Y así se comienza una Historia
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s difícil comenzar una historia cuando lo que más quieres hacer es
emocionar a tu lector, cuando deseas
que en una fecha especial ese lector de gran categoría aunque sea bote una sola lágrima de la emoción, cierre los ojos, recuerde algún momento que tenga relación con lo eventualmente recorrido por la luz de sus ojos y pueda encontrar las palabras precisas para que la emoción que recorre esa lágrima anime a seguir leyendo lo que será una historia nueva. Sin embargo, es mucho más complejo ser parte de la historia, conocer al lector, mirarlo a los ojos y encontrar una sonrisa tras la lágrima que brilla frente a sus luminosos luceros más bellos que se han podido ver.
que en una fecha especial ese lector de gran categoría aunque sea bote una sola lágrima de la emoción, cierre los ojos, recuerde algún momento que tenga relación con lo eventualmente recorrido por la luz de sus ojos y pueda encontrar las palabras precisas para que la emoción que recorre esa lágrima anime a seguir leyendo lo que será una historia nueva. Sin embargo, es mucho más complejo ser parte de la historia, conocer al lector, mirarlo a los ojos y encontrar una sonrisa tras la lágrima que brilla frente a sus luminosos luceros más bellos que se han podido ver.
El escritor muchas veces escribe
con una pasión que hace sufrir a la pluma sin compasión alguna. Otros
simplemente mantienen su tinta volando frente a la imaginación de la
descripción de un nuevo personaje, de un vuelco en la historia, de un capitulo
nuevo. Más, las palabras perfectas se buscan poco a poco para describir una
historia real y mucho más cuando el lector y el escritor toman papeles
protagónicos en esta historia.
No pondremos nombres a estos dos
personajes, pero le pondremos una inicial que los identifique durante toda la
historia. “G” es el escritor, una persona si bien bastante extrovertida, es
impaciente, emotiva, de grandes expectativas, de una imaginación algo
traicionera, con una mentalidad de niño y tal vez de una sabiduría media
respecto a su edad, pero si eternamente enamorado de aquel lector de semejantes
características y extrañamente de muy similar personalidad del cual es mejor
conocido como “J”, más de una sabiduría y un corazón inmensamente hermoso.
Esta historia está claramente
bajo el punto de vista del escritor, subjetivamente la escribirá como el mismo
la percibió y la sintió, Así el mismo se dio cuenta que su historia traería
lágrimas de felicidad al lector.
Y así comienza una historia,
siendo real a partir de un sueño, un extraño era el Amor de su vida. Así
comienza la historia más bella del mundo, junto a un recuerdo momentos antes de
cumplir un sueño.
Una advertencia, si usted, “J”
se siente identificado con esta historia es porque “G” cumplió su misión. No se
comenzará con un “Érase una vez”. Así las hadas de los cuentos tendrán envidia
de lo hermoso de su comienzo y de su sin fin, y sus personajes intentarán
luchar por superar esta historia, incluso los propios lectores de los cuentos
de hadas intentarán encontrar la forma de igualarla.
Pero así comienza esta vez…
“El calor de la Navidad manejó su nostalgia y pedía a gritos un abrazo
suyo aquella Nochebuena mientras abría el regalo que le había dado…”
Surgió a Primera Vista
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l calor de la Navidad manejó su nostalgia y pedía a gritos un abrazo
suyo aquella Nochebuena mientras abría el regalo que le había dado. J no sabía
que decir, en el 603 del edificio, se escuchaba el silencio y como él miraba a
su alrededor intentando buscar su mirada. Mientras tanto, el seguía leyendo una
historia del cual G posó un par de lágrimas sobre el papel, deseando haber
pasado esta Navidad junto a él. La historia se llamaba “La Historia más Bella
del Mundo”, del cual G había escrito con un propósito, decirle a través de esta
historia, lo mucho que lo amaba, lo ama y lo seguirá amando el resto de sus
días, de sus siguientes vidas y más allá del universo infinito.
G por mucho tiempo había buscado
aquella persona que lo hiciera sentir volando en un universo de mil recuerdos,
sabores y mil sonrisas. Era extraño, todo el mundo decía que llegaría solo y
tocaría a su corazón en el momento en el que menos se espere. No hace mucho
había sufrido una estúpida desilusión amorosa y su futuro le aterrorizaba. Mas
esa historia no viene al caso, sino más bien los intentos por intentar
encontrar a su único amor eran cada vez más desilusionantes y perdía las
esperanzas por saber quién era. J por
otro lado tenía una historia similar, las veces que pensaba haber encontrado a
alguien, mas se perdía en el intento de seguir su camino mirando un futuro
incierto, manejado por la rutina y la soledad junto a su única compañera fiel
hasta el momento, su gata Kitty. Las lágrimas de J y la tristeza de G en el
andar los llevó a llevar un camino sumido en la nada y en la oscuridad, sin
ganas de brillar.
Sin embargo, fue una tarde de
primavera cuando G había visto las fotos de un chico de singulares ojos, de
boca misteriosa y de un cabello sinuoso, de tez morena y un brillo que muchos
lograban apreciar, una amatista colgando de su cuello y una mirada penetrante
llamaron la atención de G. Más algo extraño sentía en su interior. Notaba algo
extraño en su forma de mirar, conocía esa sensación, reconocía esa mirada en
alguna parte. Lo conocía a él, pero nunca lo había visto, al menos no en esta
vida aún. Así que agarró coraje y simplemente escribió lo que sería el comienzo
de una historia:
-
Hola, ¿cómo estás?- sin
pensarlo dos veces, J le respondió de inmediato
-
Hola, ¿bien y tú?
-
Bien también, muchas
gracias. ¿De dónde eres?
Así comenzó una conversación en
donde ambos empezaron a conocerse. J no quería nada más que una amistad, pero G
no se rendiría en intentar conocer qué era esa sensación extraña que sentía
hacia él. Ambos eran virgo, a ambos le gustaban cosas similares, más G preguntó
algo que J respondió con un:
-
Creo que deberíamos
conocernos en persona, ¿Te parece?
G no sabía que responder, era de
noche, apenas lo conocía, pero era inmensamente conocido por él. Volvió a ver
su fotografía y lo pensó un segundo:
-
Está bien. ¿Te parece
si nos juntamos mañana?- “¡Qué torpe soy!” pensaba G, ni siquiera lo conocía
del todo. Y luego pensó “Bueno, así se conocen todas las personas ¿no?”
-
Ningún problema.
G estaba nervioso. No lo
conocía, era un completo extraño, no sabía si quiera si era peligroso. Sin
embargo, no le importó, quería conocer a J, saber quién era, porque le
provocaba esa extraña sensación de que lo conocía sin siquiera haberlo visto
aún. Sus ojos le llamaban poderosamente la atención, esa mirada constante y
penetrante la había visto en alguna parte. Solo se durmió aquella noche
pensando en las cosas que estaría pensando J en ese momento sobre él.
Al día siguiente, G se arreglaba
para salir a su encuentro un 9 de septiembre de primavera. Los brotes de los
árboles y el pastizal húmedo de la mañana mostraban su mejor rostro para
recibir aquel momento tan especial y extraño a la vez. Lo esperó entre la
gente. Aún no llegaba, miraba para todas partes y hasta se quedó viendo un
letrero pensando en cómo sería él en verdad. Sin embargo, J no tardó en llegar
escuchando su música, se quitó los audífonos y miró a G. Le mostró una sonrisa
del cual G nunca pudo olvidar y G lo saludó cordialmente, pero esta vez con una
sensación mucho más fuerte de haberlo visto en alguna parte, incluso cuando
escuchó su voz varonil y a la vez aún adolescente fue un grito en su mente de
que algo había en él que le gustaba del todo. J iba con una polera de color
negro y G con un chaleco color blanco.
Ambos fueron a un parque cercano
del lugar de donde se saludaron y comenzaron una conversación de extraña
procedencia, pero con una confianza del cual cualquiera podría pensar en ese
momento que se conocían desde mucho antes. G y J estaban nerviosos, sobretodo a
G se le notaba con su particular forma de tiritar diciendo que tenía frio
cuando en verdad sus nervios lo traicionaban. Esa misma tarde, J, ya con un
poco más de confianza, lo invitó a su departamento.
-
¿Quieres ir a tomar
once a mi departamento?
-
… Claro, me
encantaría.- G tenía hambre, típico de su condición, pero era extraño que
apenas conociéndose, alguien lo invitara a su hogar a tomar el té.
El departamento era pequeño, de
un solo ambiente, pero ideal para una persona que vive solitaria en compañía de
una pequeña felina de tan solo un año de edad. Las campanillas de un ventanal
sonaban al llegar. Una copa de agua tronó en la cercanía avisando la Buena
Nueva y la tensión del ambiente por el nerviosismo surcó por los aires del
atardecer venidero. J preparó la mesa, mientras G estaba sentado escuchando el
cantar de los pájaros que se escuchaban a lo lejos.
La conversación y la risa se
entrecruzaba entre cada pausa sinuosa en el que G se quedaba mirando el suelo
sonrojado por quien tenía a su lado mirándolo con una sonrisa. Algo surgió el
en ese mismo día. Algo extraño estaba pasando con G, no lo entendía y J sentía
que algo iba a pasar que cambiaría por completo su concepto y su camino. Algo
surgió a Primera Vista…
¿Eres tú?
A
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quel día en que pude escuchar tu voz por primera vez, solo seguí tu
paso, ligero y constante. El aire de la primavera comenzaba a surgir desde el
parque en el cual cursamos nuestras primeras palabras. No podía girar la cabeza
para mirarte. La naturaleza se construía en un sonar de voces del viento y nos
había dado un lugar donde sentarnos bajo un árbol. Tuve sed y me diste de
beber… Fue cuando algo surgió cuando te reíste por primera vez frente a mí.
Algo querías, lo sentía a gritos de distancia. Ambos lo sentimos. Nos miramos
fijo. Mi rostro estaba como un niño avergonzado frente a un extraño saludándolo
por primera vez… Me preguntaste mi estado. No lograba responder más que
solamente una estupidez “No lo sé”. Miraba una gata de color café amarillenta
que me ronroneaba mientras estaba sentado y nervioso. Me tocaste mis manos.
Sabias que estaba sudando. No sabía cómo responder, pero sabias que hacer a la
perfección. Sin embargo, cuando te miraba sabía que había algo que buscabas en
todo esto, un misterio que me gustaba, un enigma que escondías entre los
pensamientos como los libros en un estante.
Es difícil describir lo que paso
luego. Mi pecho estuvo en tiempo detenido y mi mente volaba frente al constante
andar de las manecillas del reloj. Las campanas sonaban cerca, y yo las sentía
retumbar en mi oído cantando al son de la puesta de sol. “¿Serás tú?” me
pregunté. Después de posarme lentamente en tu pecho, el palpitar me relajaba
los músculos de mi espalda, los pensamientos que me mantenían tenso se iban
rápidamente. Me pediste por una simple pregunta que te mirara. Nos quedamos
frente a un cuadro que nos hizo emocionar, una escena que no tenia pausa y se
volvía infinita a la vez. Un segundo duradero y perseverante fue seguido de un
cruce de dedos alrededor de mi cuello mientras sentía el calor de tus manos
pasar por mi pelo. Repetí el proceso lentamente. No cerrábamos los ojos, pero
sabíamos lo que venía. Sabía que algo querías después de todo, y yo también lo
pedía a gritos cuando ya la puesta de sol estaba al candor del canto de los
ángeles. El pulso se me aceleraba, cerramos los ojos y lentamente nos
acercamos. El tacto de tus labios sobre los míos manejaba ese momento perfecto.
Los segundos pasaban rápido, el respirar se nos hacia eterno entre cada
movimiento. Apretaba mi cuerpo contra el tuyo y mis manos se entrelazaban en tu
cuerpo queriendo fusionarme contigo. No me importa ya saberlo, porque ya lo
siento así… ERES TÚ.
-
Eres tú.
-
Mi única excepción.
La más hermosa sonrisa me hizo
acurrucar eternamente en su corazón. Un susurro en mi oído lo supo todo de
inmediato.
El Primer Te Amo
A
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briendo el primer regalo de la noche, G recordaba la primera vez que J
le había dicho su primer “TE AMO”. Dos palabras perfectas en un son de su voz
que G le llamaba su más lindo sonido. La familia de G vivía en lo conservador,
pero G era distinto. Los primeros días se tornaron difíciles al intentar verse.
Su madre Verónica y su padre Walton no lograban concebir que su hijo tuviera después
de todo lo pasado un amor, mucho más apenas conociéndolo. Pero para G era
distinto, sabía desde lo más profundo de su ser que J era completamente
distinto, mucho más porque era la primera persona que conocía teniendo la más
grande sensación de que se conocían desde mucho antes, tal vez en alguna vida
pasada. Casi era una versión nueva de la famosa novela “Romeo y Julieta”.
Pasada la medianoche, G fue a la
intemperie y mirando las estrellas abrió su regalo mientras seguía recordando
aquel momento. J se comportaba extraño, algo pasaba con él, sus abrazos eran
distintos, tenían una pizca de lejanía y miedo.
-
¿Qué ocurre?- preguntó
G algo nervioso, sabiendo que algo estaba pasando, también con un cierto dejo
de miedo en su interior.
-
… Ven, acuéstate a mi
lado…- J lo miró fijo. Era extraño que apenas conociéndose, ya G pudiera
conocer todos sus detalles, incluso cómo reaccionaba frente a ciertas
situaciones como esta.- Ese día cuando te fuiste a tu casa, la tarde en que
ocurrió lo de tu familia…- Ese mismo día G recuerda que se estuvo por ir de su
casa porque no soportaría que sus padres lo miraran como un bicho raro frente a
una relación tan hermosa como la que estaba llevando.-… pensé que lo mejor
sería no seguir molestando más a tu familia, es decir no quería que tu familia
se sintiera mal, que tú te sintieras mal con todo esto, que te sintieras
incómodo con todo lo que está pasando…- G lo detuvo un momento, pero
sutilmente.
-
… ¿Quisiste… terminar
conmigo?- Un nudo se formó en la garganta de G y a J le estaba costando hablar
cada vez más. Acariciaba cada vez más la pierna derecha de G, lo miró fijo un
momento.
-
…Sí, pero no pude…
porque soy un egoísta… Yo…- Bajó la mirada y poco a poco un par de lágrimas se
formaban por primera vez después de tanto tiempo en los ojos de J- Yo TE AMO
MUCHO.
Las lágrimas se posaron en los
párpados de G y de J, mientras G miraba fijo a J. G simplemente tendió a
abrazarlo y llorar junto a él con un encuentro de sentimientos revoltosos que
se agolpaban en la puerta de su corazón.
-
YO TE AMO MUCHO MÁS
AMOR MIO.
Se miraron por segunda vez fijo
y un beso fortuito y sin compasión mostró la gran pasión con la que ambos
estaban completamente enamorados uno del otro. G se quitaba su camisa
desabrochando sus botones, mientras que J le ayudaba para terminar de
sacársela. G le sacó su polera lentamente y ambos seguían besándose al unísono
de una bella danza de miradas y caricias de una magia inolvidable. Ambos se
desnudaron por completo y volvieron a brillar como antes y mucho más intensamente
de lo que antes brillaban.
G volvía a llorar aquella
Navidad con el anhelo de verlo aquella Nochebuena. Su corazón se apretaba. Al
menos el escuchar su voz sería reponedor… Pero él quería verlo, abrazarlo,
besarlo, mirarlo aunque sea un segundo aquella calurosa noche.
La copa de agua tintineaba otra
vez y anunciaba esta vez la Buena Nueva.
Libertad
Y
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a llevábamos un tiempo conociéndonos y sin embargo ya significaba todo
para mí. Era distinto, no era como muchos de los que había conocido en su
momento. Tenía miedo de que fuera promiscuo, que fuera igual y que terminara
igual que muchas de las desilusiones amorosas que había tenido ya en mis 23
años de vida. Ya estaba por tirar la toalla y rendirme frente al amor. No creía
más en el amor. Sentía el vacío constante día a día de la soledad y la
oscuridad de cada noche agobiándome en una rutina constante del trabajo y
llegar a mi pequeño espacio sin tener un camino adonde ir, un ir y venir de
infinitas posibilidades se me escapaban de las manos de correr del mundo y
sumirme en la plena depresión de mi existencia.
Pero algo cambió aquel 9 de
octubre cuando mi camino ya no era tan borroso como antes. Es más, cuando sentí
que casi se me iba de las manos, le dije lo que sentía y mi camino volvió a retomar
un rumbo del cual había borrado toda esperanza de volver a encontrarlo. Aquel
primer beso, aquella primera mirada, aquel primer te amo, lo dijo todo… Era mi
única excepción.
Aquel día le quise hacer un
regalo. Un simple regalo… Quería que se sintiera libre de mirar al mundo y
poder besarnos frente a un mundo que no conoce lo que significa muchas veces el
que dos personas se amen tanto y sientan el palpitar del otro como propio, a
tal punto de sentir lo que el otro siente. Sin embargo, con él era algo
distinto. Una extraña y mágica conexión nos unía por una fuerte cadena de oro y
platino y nos mantenía firmemente con nuestro corazón fusionado y nuestra mente
en los pensamientos del otro. Sabía lo que me pasaba en cada momento, y yo
sabía lo que sentía y pensaba en cada segundo. Sus ojos eran de un brillo que
no todas las personas tienen la gracia ni la virtud de poder mirar, con esos
destellos que no todos pueden hacer penetrar en las puertas del alma del otro.
Salí del trabajo esa tarde y fui
a almorzar con él luego de que saliera de su prueba de fisiología. Estudiaba
Odontología y yo trabajaba en un centro de llamadas de atención al cliente en
telecomunicaciones.
-
Quiero llevarte a un
lugar.
-
Claro, mi amor,
¿dónde?- me preguntó con una sonrisa.
-
Ya verás.- respondí de
la misma manera.
Lo llevé por un parque, lejos de
la intimidación del público amenazador y desconfiable, una tarde de frío y algo
de llovizna, era perfecto para estar junto a él. Las fotos que nos sacamos ese
día las coloqué en un cuadro que cada vez que despierto cada mañana me hace
destellar una sonrisa. La brisa nos llamaba a mirarnos. La magia crecía cada
momento más en mí y podía sentir como en él crecía a pasos agigantados el amor
que me tenía. Nos falta aún un largo camino por delante. Sin embargo, hoy puedo
decir tranquilamente que lo amo mucho y no lo dejaré por nada del mundo. Es mi
“Charlie Brown”, la especial forma de decirnos que es la inspiración de
nuestras vidas.
Ahora si puedo decir que con él
me siento libre, y yo sé por sus pensamientos que también él se siente libre a
mi lado.
La historia continúa y no tiene Fin
D
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espierto con la sensación de que me faltas tú, abrazarte
en la mañana y decirte al oído un "buenos días, mi amor" con una
sonrisa en el rostro, buscando una sonrisa tuya y el mirar brillante de tus
ojos al despertar, tu respiración profunda al estirar tus brazos hacia el cielo
y un beso tuyo, esperando la respuesta tan esperada.
-
Buenos días, mi amor.
-
Buenos días, mi bebé.
-
Mírame...
-
Eso hago... ¿Qué quiere hacer
hoy?
-
Verte hasta que el sol, cuando se
oculte, no me deje ver tu rostro.
-
Pero amor son las 9 de la mañana.
-
No me importa, quiero simplemente
saber que estás ahí.
-
Y yo quiero abrazarte hasta que
mis brazos no los pueda sentir más.
-
Y yo besarte hasta que mis labios
se quemen.
Una sonrisa en mi rostro y en su
delicada mirada me hace mirar su mano, tomarla ligeramente lento y posarla
frente al sol para poder mirar el anillo en su mano izquierda, en su dedo
anular. Otra sonrisa y el brillo de nuestra mirada se hace vigente en un tronar
de la copa de agua bendita en veneración al Dios y la Diosa en que J cree y que
yo comencé a creer. La Buena Nueva era evidente. Ambos nos amábamos.
-
Te Amo Mucho, Jonathan.
-
Te Amo Mucho, Gabriel.
Los días pasaban. Mi familia
aprendió a conocer a mi querido corazón y lo aceptaron como a un hijo,
comenzando por aquel día en el que tocaron a la puerta tallada por nuestras
propias manos, en el que por primera vez vieron el rostro de él con una sonrisa
en el rostro y la lágrima de emoción en mi momento perplejo me hizo completar
mi felicidad junto a la única persona que amaba en este mundo.