lunes, 4 de marzo de 2013

La Historia mas Bella del Mundo I


Y así se comienza una Historia




E
s difícil comenzar una historia cuando lo que más quieres hacer es emocionar a tu lector, cuando deseas
que en una fecha especial ese lector de gran categoría aunque sea bote una sola lágrima de la emoción, cierre los ojos, recuerde algún momento que tenga relación con lo eventualmente recorrido por la luz de sus ojos y pueda encontrar las palabras precisas para que la emoción que recorre esa lágrima anime a seguir leyendo lo que será una historia nueva. Sin embargo, es mucho más complejo ser parte de la historia, conocer al lector, mirarlo a los ojos y encontrar una sonrisa tras la lágrima que brilla frente a sus luminosos luceros más bellos que se han podido ver.

  El escritor muchas veces escribe con una pasión que hace sufrir a la pluma sin compasión alguna. Otros simplemente mantienen su tinta volando frente a la imaginación de la descripción de un nuevo personaje, de un vuelco en la historia, de un capitulo nuevo. Más, las palabras perfectas se buscan poco a poco para describir una historia real y mucho más cuando el lector y el escritor toman papeles protagónicos en esta historia.

  No pondremos nombres a estos dos personajes, pero le pondremos una inicial que los identifique durante toda la historia. “G” es el escritor, una persona si bien bastante extrovertida, es impaciente, emotiva, de grandes expectativas, de una imaginación algo traicionera, con una mentalidad de niño y tal vez de una sabiduría media respecto a su edad, pero si eternamente enamorado de aquel lector de semejantes características y extrañamente de muy similar personalidad del cual es mejor conocido como “J”, más de una sabiduría y un corazón inmensamente hermoso.

  Esta historia está claramente bajo el punto de vista del escritor, subjetivamente la escribirá como el mismo la percibió y la sintió, Así el mismo se dio cuenta que su historia traería lágrimas de felicidad al lector.

  Y así comienza una historia, siendo real a partir de un sueño, un extraño era el Amor de su vida. Así comienza la historia más bella del mundo, junto a un recuerdo momentos antes de cumplir un sueño.

  Una advertencia, si usted, “J” se siente identificado con esta historia es porque “G” cumplió su misión. No se comenzará con un “Érase una vez”. Así las hadas de los cuentos tendrán envidia de lo hermoso de su comienzo y de su sin fin, y sus personajes intentarán luchar por superar esta historia, incluso los propios lectores de los cuentos de hadas intentarán encontrar la forma de igualarla.

  Pero así comienza esta vez…

“El calor de la Navidad manejó su nostalgia y pedía a gritos un abrazo suyo aquella Nochebuena mientras abría el regalo que le había dado…”

Surgió a Primera Vista




E
l calor de la Navidad manejó su nostalgia y pedía a gritos un abrazo suyo aquella Nochebuena mientras abría el regalo que le había dado. J no sabía que decir, en el 603 del edificio, se escuchaba el silencio y como él miraba a su alrededor intentando buscar su mirada. Mientras tanto, el seguía leyendo una historia del cual G posó un par de lágrimas sobre el papel, deseando haber pasado esta Navidad junto a él. La historia se llamaba “La Historia más Bella del Mundo”, del cual G había escrito con un propósito, decirle a través de esta historia, lo mucho que lo amaba, lo ama y lo seguirá amando el resto de sus días, de sus siguientes vidas y más allá del universo infinito.

  G por mucho tiempo había buscado aquella persona que lo hiciera sentir volando en un universo de mil recuerdos, sabores y mil sonrisas. Era extraño, todo el mundo decía que llegaría solo y tocaría a su corazón en el momento en el que menos se espere. No hace mucho había sufrido una estúpida desilusión amorosa y su futuro le aterrorizaba. Mas esa historia no viene al caso, sino más bien los intentos por intentar encontrar a su único amor eran cada vez más desilusionantes y perdía las esperanzas por saber quién era.  J por otro lado tenía una historia similar, las veces que pensaba haber encontrado a alguien, mas se perdía en el intento de seguir su camino mirando un futuro incierto, manejado por la rutina y la soledad junto a su única compañera fiel hasta el momento, su gata Kitty. Las lágrimas de J y la tristeza de G en el andar los llevó a llevar un camino sumido en la nada y en la oscuridad, sin ganas de brillar.

  Sin embargo, fue una tarde de primavera cuando G había visto las fotos de un chico de singulares ojos, de boca misteriosa y de un cabello sinuoso, de tez morena y un brillo que muchos lograban apreciar, una amatista colgando de su cuello y una mirada penetrante llamaron la atención de G. Más algo extraño sentía en su interior. Notaba algo extraño en su forma de mirar, conocía esa sensación, reconocía esa mirada en alguna parte. Lo conocía a él, pero nunca lo había visto, al menos no en esta vida aún. Así que agarró coraje y simplemente escribió lo que sería el comienzo de una historia:

-         Hola, ¿cómo estás?- sin pensarlo dos veces, J le respondió de inmediato
-         Hola, ¿bien y tú?
-         Bien también, muchas gracias. ¿De dónde eres?

  Así comenzó una conversación en donde ambos empezaron a conocerse. J no quería nada más que una amistad, pero G no se rendiría en intentar conocer qué era esa sensación extraña que sentía hacia él. Ambos eran virgo, a ambos le gustaban cosas similares, más G preguntó algo que J respondió con un:

-         Creo que deberíamos conocernos en persona, ¿Te parece?

  G no sabía que responder, era de noche, apenas lo conocía, pero era inmensamente conocido por él. Volvió a ver su fotografía y lo pensó un segundo:

-         Está bien. ¿Te parece si nos juntamos mañana?- “¡Qué torpe soy!” pensaba G, ni siquiera lo conocía del todo. Y luego pensó “Bueno, así se conocen todas las personas ¿no?”
-         Ningún problema.

  G estaba nervioso. No lo conocía, era un completo extraño, no sabía si quiera si era peligroso. Sin embargo, no le importó, quería conocer a J, saber quién era, porque le provocaba esa extraña sensación de que lo conocía sin siquiera haberlo visto aún. Sus ojos le llamaban poderosamente la atención, esa mirada constante y penetrante la había visto en alguna parte. Solo se durmió aquella noche pensando en las cosas que estaría pensando J en ese momento sobre él.

  Al día siguiente, G se arreglaba para salir a su encuentro un 9 de septiembre de primavera. Los brotes de los árboles y el pastizal húmedo de la mañana mostraban su mejor rostro para recibir aquel momento tan especial y extraño a la vez. Lo esperó entre la gente. Aún no llegaba, miraba para todas partes y hasta se quedó viendo un letrero pensando en cómo sería él en verdad. Sin embargo, J no tardó en llegar escuchando su música, se quitó los audífonos y miró a G. Le mostró una sonrisa del cual G nunca pudo olvidar y G lo saludó cordialmente, pero esta vez con una sensación mucho más fuerte de haberlo visto en alguna parte, incluso cuando escuchó su voz varonil y a la vez aún adolescente fue un grito en su mente de que algo había en él que le gustaba del todo. J iba con una polera de color negro y G con un chaleco color blanco.

  Ambos fueron a un parque cercano del lugar de donde se saludaron y comenzaron una conversación de extraña procedencia, pero con una confianza del cual cualquiera podría pensar en ese momento que se conocían desde mucho antes. G y J estaban nerviosos, sobretodo a G se le notaba con su particular forma de tiritar diciendo que tenía frio cuando en verdad sus nervios lo traicionaban. Esa misma tarde, J, ya con un poco más de confianza, lo invitó a su departamento.

-         ¿Quieres ir a tomar once a mi departamento?
-         … Claro, me encantaría.- G tenía hambre, típico de su condición, pero era extraño que apenas conociéndose, alguien lo invitara a su hogar a tomar el té.

  El departamento era pequeño, de un solo ambiente, pero ideal para una persona que vive solitaria en compañía de una pequeña felina de tan solo un año de edad. Las campanillas de un ventanal sonaban al llegar. Una copa de agua tronó en la cercanía avisando la Buena Nueva y la tensión del ambiente por el nerviosismo surcó por los aires del atardecer venidero. J preparó la mesa, mientras G estaba sentado escuchando el cantar de los pájaros que se escuchaban a lo lejos.

  La conversación y la risa se entrecruzaba entre cada pausa sinuosa en el que G se quedaba mirando el suelo sonrojado por quien tenía a su lado mirándolo con una sonrisa. Algo surgió el en ese mismo día. Algo extraño estaba pasando con G, no lo entendía y J sentía que algo iba a pasar que cambiaría por completo su concepto y su camino. Algo surgió a Primera Vista…
 
¿Eres tú?




A
quel día en que pude escuchar tu voz por primera vez, solo seguí tu paso, ligero y constante. El aire de la primavera comenzaba a surgir desde el parque en el cual cursamos nuestras primeras palabras. No podía girar la cabeza para mirarte. La naturaleza se construía en un sonar de voces del viento y nos había dado un lugar donde sentarnos bajo un árbol. Tuve sed y me diste de beber… Fue cuando algo surgió cuando te reíste por primera vez frente a mí. Algo querías, lo sentía a gritos de distancia. Ambos lo sentimos. Nos miramos fijo. Mi rostro estaba como un niño avergonzado frente a un extraño saludándolo por primera vez… Me preguntaste mi estado. No lograba responder más que solamente una estupidez “No lo sé”. Miraba una gata de color café amarillenta que me ronroneaba mientras estaba sentado y nervioso. Me tocaste mis manos. Sabias que estaba sudando. No sabía cómo responder, pero sabias que hacer a la perfección. Sin embargo, cuando te miraba sabía que había algo que buscabas en todo esto, un misterio que me gustaba, un enigma que escondías entre los pensamientos como los libros en un estante.

  Es difícil describir lo que paso luego. Mi pecho estuvo en tiempo detenido y mi mente volaba frente al constante andar de las manecillas del reloj. Las campanas sonaban cerca, y yo las sentía retumbar en mi oído cantando al son de la puesta de sol. “¿Serás tú?” me pregunté. Después de posarme lentamente en tu pecho, el palpitar me relajaba los músculos de mi espalda, los pensamientos que me mantenían tenso se iban rápidamente. Me pediste por una simple pregunta que te mirara. Nos quedamos frente a un cuadro que nos hizo emocionar, una escena que no tenia pausa y se volvía infinita a la vez. Un segundo duradero y perseverante fue seguido de un cruce de dedos alrededor de mi cuello mientras sentía el calor de tus manos pasar por mi pelo. Repetí el proceso lentamente. No cerrábamos los ojos, pero sabíamos lo que venía. Sabía que algo querías después de todo, y yo también lo pedía a gritos cuando ya la puesta de sol estaba al candor del canto de los ángeles. El pulso se me aceleraba, cerramos los ojos y lentamente nos acercamos. El tacto de tus labios sobre los míos manejaba ese momento perfecto. Los segundos pasaban rápido, el respirar se nos hacia eterno entre cada movimiento. Apretaba mi cuerpo contra el tuyo y mis manos se entrelazaban en tu cuerpo queriendo fusionarme contigo. No me importa ya saberlo, porque ya lo siento así… ERES TÚ.

-         Eres tú.
-         Mi única excepción.

  La más hermosa sonrisa me hizo acurrucar eternamente en su corazón. Un susurro en mi oído lo supo todo de inmediato.

El Primer Te Amo



A
briendo el primer regalo de la noche, G recordaba la primera vez que J le había dicho su primer “TE AMO”. Dos palabras perfectas en un son de su voz que G le llamaba su más lindo sonido. La familia de G vivía en lo conservador, pero G era distinto. Los primeros días se tornaron difíciles al intentar verse. Su madre Verónica y su padre Walton no lograban concebir que su hijo tuviera después de todo lo pasado un amor, mucho más apenas conociéndolo. Pero para G era distinto, sabía desde lo más profundo de su ser que J era completamente distinto, mucho más porque era la primera persona que conocía teniendo la más grande sensación de que se conocían desde mucho antes, tal vez en alguna vida pasada. Casi era una versión nueva de la famosa novela “Romeo y Julieta”.

  Pasada la medianoche, G fue a la intemperie y mirando las estrellas abrió su regalo mientras seguía recordando aquel momento. J se comportaba extraño, algo pasaba con él, sus abrazos eran distintos, tenían una pizca de lejanía y miedo.

-         ¿Qué ocurre?- preguntó G algo nervioso, sabiendo que algo estaba pasando, también con un cierto dejo de miedo en su interior.
-         … Ven, acuéstate a mi lado…- J lo miró fijo. Era extraño que apenas conociéndose, ya G pudiera conocer todos sus detalles, incluso cómo reaccionaba frente a ciertas situaciones como esta.- Ese día cuando te fuiste a tu casa, la tarde en que ocurrió lo de tu familia…- Ese mismo día G recuerda que se estuvo por ir de su casa porque no soportaría que sus padres lo miraran como un bicho raro frente a una relación tan hermosa como la que estaba llevando.-… pensé que lo mejor sería no seguir molestando más a tu familia, es decir no quería que tu familia se sintiera mal, que tú te sintieras mal con todo esto, que te sintieras incómodo con todo lo que está pasando…- G lo detuvo un momento, pero sutilmente.
-         … ¿Quisiste… terminar conmigo?- Un nudo se formó en la garganta de G y a J le estaba costando hablar cada vez más. Acariciaba cada vez más la pierna derecha de G, lo miró fijo un momento.
-         …Sí, pero no pude… porque soy un egoísta… Yo…- Bajó la mirada y poco a poco un par de lágrimas se formaban por primera vez después de tanto tiempo en los ojos de J- Yo TE AMO MUCHO.

  Las lágrimas se posaron en los párpados de G y de J, mientras G miraba fijo a J. G simplemente tendió a abrazarlo y llorar junto a él con un encuentro de sentimientos revoltosos que se agolpaban en la puerta de su corazón.

-         YO TE AMO MUCHO MÁS AMOR MIO.

  Se miraron por segunda vez fijo y un beso fortuito y sin compasión mostró la gran pasión con la que ambos estaban completamente enamorados uno del otro. G se quitaba su camisa desabrochando sus botones, mientras que J le ayudaba para terminar de sacársela. G le sacó su polera lentamente y ambos seguían besándose al unísono de una bella danza de miradas y caricias de una magia inolvidable. Ambos se desnudaron por completo y volvieron a brillar como antes y mucho más intensamente de lo que antes brillaban.

  G volvía a llorar aquella Navidad con el anhelo de verlo aquella Nochebuena. Su corazón se apretaba. Al menos el escuchar su voz sería reponedor… Pero él quería verlo, abrazarlo, besarlo, mirarlo aunque sea un segundo aquella calurosa noche.

  La copa de agua tintineaba otra vez y anunciaba esta vez la Buena Nueva.

Libertad




Y
a llevábamos un tiempo conociéndonos y sin embargo ya significaba todo para mí. Era distinto, no era como muchos de los que había conocido en su momento. Tenía miedo de que fuera promiscuo, que fuera igual y que terminara igual que muchas de las desilusiones amorosas que había tenido ya en mis 23 años de vida. Ya estaba por tirar la toalla y rendirme frente al amor. No creía más en el amor. Sentía el vacío constante día a día de la soledad y la oscuridad de cada noche agobiándome en una rutina constante del trabajo y llegar a mi pequeño espacio sin tener un camino adonde ir, un ir y venir de infinitas posibilidades se me escapaban de las manos de correr del mundo y sumirme en la plena depresión de mi existencia.

  Pero algo cambió aquel 9 de octubre cuando mi camino ya no era tan borroso como antes. Es más, cuando sentí que casi se me iba de las manos, le dije lo que sentía y mi camino volvió a retomar un rumbo del cual había borrado toda esperanza de volver a encontrarlo. Aquel primer beso, aquella primera mirada, aquel primer te amo, lo dijo todo… Era mi única excepción.

  Aquel día le quise hacer un regalo. Un simple regalo… Quería que se sintiera libre de mirar al mundo y poder besarnos frente a un mundo que no conoce lo que significa muchas veces el que dos personas se amen tanto y sientan el palpitar del otro como propio, a tal punto de sentir lo que el otro siente. Sin embargo, con él era algo distinto. Una extraña y mágica conexión nos unía por una fuerte cadena de oro y platino y nos mantenía firmemente con nuestro corazón fusionado y nuestra mente en los pensamientos del otro. Sabía lo que me pasaba en cada momento, y yo sabía lo que sentía y pensaba en cada segundo. Sus ojos eran de un brillo que no todas las personas tienen la gracia ni la virtud de poder mirar, con esos destellos que no todos pueden hacer penetrar en las puertas del alma del otro.

  Salí del trabajo esa tarde y fui a almorzar con él luego de que saliera de su prueba de fisiología. Estudiaba Odontología y yo trabajaba en un centro de llamadas de atención al cliente en telecomunicaciones.

-         Quiero llevarte a un lugar.
-         Claro, mi amor, ¿dónde?- me preguntó con una sonrisa.
-         Ya verás.- respondí de la misma manera.

  Lo llevé por un parque, lejos de la intimidación del público amenazador y desconfiable, una tarde de frío y algo de llovizna, era perfecto para estar junto a él. Las fotos que nos sacamos ese día las coloqué en un cuadro que cada vez que despierto cada mañana me hace destellar una sonrisa. La brisa nos llamaba a mirarnos. La magia crecía cada momento más en mí y podía sentir como en él crecía a pasos agigantados el amor que me tenía. Nos falta aún un largo camino por delante. Sin embargo, hoy puedo decir tranquilamente que lo amo mucho y no lo dejaré por nada del mundo. Es mi “Charlie Brown”, la especial forma de decirnos que es la inspiración de nuestras vidas.

  Ahora si puedo decir que con él me siento libre, y yo sé por sus pensamientos que también él se siente libre a mi lado.

La historia continúa y no tiene Fin




D
espierto con la sensación de que me faltas tú, abrazarte en la mañana y decirte al oído un "buenos días, mi amor" con una sonrisa en el rostro, buscando una sonrisa tuya y el mirar brillante de tus ojos al despertar, tu respiración profunda al estirar tus brazos hacia el cielo y un beso tuyo, esperando la respuesta tan esperada.

-         Buenos días, mi amor.
-         Buenos días, mi bebé.
-         Mírame...
-         Eso hago... ¿Qué quiere hacer hoy?
-         Verte hasta que el sol, cuando se oculte, no me deje ver tu rostro.
-         Pero amor son las 9 de la mañana.
-         No me importa, quiero simplemente saber que estás ahí.
-         Y yo quiero abrazarte hasta que mis brazos no los pueda sentir más.
-         Y yo besarte hasta que mis labios se quemen.

  Una sonrisa en mi rostro y en su delicada mirada me hace mirar su mano, tomarla ligeramente lento y posarla frente al sol para poder mirar el anillo en su mano izquierda, en su dedo anular. Otra sonrisa y el brillo de nuestra mirada se hace vigente en un tronar de la copa de agua bendita en veneración al Dios y la Diosa en que J cree y que yo comencé a creer. La Buena Nueva era evidente. Ambos nos amábamos.

-         Te Amo Mucho, Jonathan.
-         Te Amo Mucho, Gabriel.

  Los días pasaban. Mi familia aprendió a conocer a mi querido corazón y lo aceptaron como a un hijo, comenzando por aquel día en el que tocaron a la puerta tallada por nuestras propias manos, en el que por primera vez vieron el rostro de él con una sonrisa en el rostro y la lágrima de emoción en mi momento perplejo me hizo completar mi felicidad junto a la única persona que amaba en este mundo. 

El sol de la mañana y el beso sin fin de nuestra eterna pasión eran testigo de la Historia más Bella del Mundo.